La visita del Señor a Jericó fue probablemente la única ocasión dada al ciego y a Zaqueo para encontrar al Señor Jesús. A pesar de los obstáculos, supieron aprovecharla (comp. cap. 16:16).
Consideremos a este ciego: no podía ver al Salvador que pasaba y, además, la muchedumbre quería que se callase; pero él gritó con insistencia y obtuvo la respuesta a su fe.
En cuanto a Zaqueo, su pequeña estatura y la muchedumbre que se apretujaba alrededor de Jesús le impedían verlo. Entonces corrió para adelantarse al cortejo y se subió a un árbol, sin preocuparse por el qué dirán. También él superó las dificultades, ¡y qué recompensa obtuvo! Nos imaginamos su confusión y alegría cuando el Señor lo llamó por su nombre, invitándolo a bajar rápidamente para acoger al Señor en su propia casa.
Querido amigo, Jesús todavía pasa hoy cerca de usted trayéndole la salvación (v. 9). No se deje detener por su incapacidad natural, por las formas de una falsa religión que, como esta muchedumbre, impiden ver a Jesús “tal como él es” (1 Juan 3:2), ni tampoco por la opinión de los demás. El Maestro lo llama por su nombre y le dice: “Hoy es necesario que pose yo” en su corazón. ¿Lo dejará usted pasar?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"