De todos los convidados a este banquete, ¿quién encontrará la peor excusa para no asistir? ¿Esperamos haber comprado un campo para verlo, o bueyes para probar su fuerza? El que acababa de casarse podría haber llevado a su esposa al festín. Despreciando la invitación, no solamente se perdían la fiesta sino que ofendían al dueño de casa. Al gran banquete de su gracia, Dios ha convidado primero al pueblo judío y, después de su rechazo, a todos los que no pueden esconder su pobreza, enfermedad y miseria. Tales son las personas que llenarán el cielo (comp. v. 21 con v. 13). Y aún hay lugar, el de usted quizás, si todavía no ha aceptado la invitación.
El versículo 26 nos enseña simplemente que si alguien pretendiera no poder seguir a Cristo, cualquiera fuera la causa, incluso la oposición de los parientes más cercanos, esta sería una excusa aborrecible. Es necesario ir a él (v. 26) y seguir en pos de él (v. 27), pero el enemigo es peligroso. Quien se ponga en camino sin haber calculado el costo es un insensato. Y el costo es grande, pues se trata de renunciar a todo lo que uno posee (v. 33). Si se toma la cruz, no se pueden llevar otras cargas. Mas la ganancia es incomparable: Cristo mismo (Filipenses 3:8).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"