A su vez, los saduceos también trataron de rivalizar con la sabiduría de Jesús. En realidad ellos no creían en la resurrección (véase Hechos 23:8); pero el Señor, en el versículo 26, les habló del tema y destruyó sus argumentos por medio de la Palabra. La resurrección está doblemente atestiguada: por las Escrituras y por el poder de Dios que resucitó a Cristo. Sin embargo, es probable que ninguna otra verdad haya chocado más con la incredulidad de los hombres que esta (véase Hechos 17:32; 26:8). Como Pablo lo demuestra, esta verdad es uno de los fundamentos esenciales del cristianismo; no se puede tocarla sin que toda nuestra fe se derrumbe (1 Corintios 15).
Contrariamente a los anteriores opositores, en el escriba que interrogó al Señor en cuanto al mandamiento más grande había rectitud e inteligencia. El primer mandamiento es el amor, responde Jesús; el amor por Dios y por el prójimo, que constituye el cumplimiento de la ley (Romanos 13:10; Gálatas 5:14). Queridos amigos ¿no deberíamos nosotros amar mucho más que Israel, pues hemos sido buscados más lejos que él, de en medio de las naciones ajenas a las promesas, y traídos más cerca en la relación de hijos del Dios de amor? (Efesios 2:13).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"