La parábola de los versículos 26 a 29, que corresponde a la de la cizaña del campo en el evangelio de Mateo capítulo 13:24-30, presenta una enseñanza muy distinta. Aquí solo se trata del trabajo de Dios, mientras que en Mateo, a causa de la negligencia de los hombres que se durmieron,el enemigo también intervino. En el versículo 27 el gran Sembrador parece dormir, pero en realidad, sin ser visto, vela de día y de noche sobre su preciosa semilla, prodigándole los cuidados necesarios para que crezca hasta el momento de la siega. Queridos hermanos, a veces nos puede parecer que el Señor es indiferente, que no escucha nuestras oraciones, que deja su obra abandonada. Pero levantemos los ojos, como Jesús invitaba a sus discípulos a hacerlo por la fe. Los campos ya están blancos para la siega (Juan 4:35).
Para pasar a la otra orilla –lo que corresponde a la peligrosa travesía de este mundo– los discípulos no estaban solos. Tomaron con ellos, en la barca, al Señor “como estaba” (v. 36). ¡Cuántas personas se hacen una imagen equivocada y vaga de Jesús! “¿Quién es este?”, se preguntaban los discípulos. El mismo que encerró los vientos en sus puños y ató las aguas en un paño (Proverbios 30:4). Recibámoslo como él es; con su amor, pero también con sus santas exigencias. Si él está en nuestra barca, no debemos temer ningún naufragio.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"