Jesús enseñaba a la multitud sirviéndose de un lenguaje lleno de imágenes, a través de parábolas. La primera es la del Sembrador. El Señor se presenta a sí mismo como el que trae y difunde la buena semilla del Evangelio en el mundo. A pesar de que conoce los corazones y sabe cómo recibirán –o no recibirán– la verdad, da a cada uno la oportunidad de estar en contacto con la Palabra de vida. ¿La recibió usted?
El versículo 12 no debe desconcertarnos. No debemos interpretarlo como si el Señor no quisiera que los hombres se convirtieran y él se viera obligado, a pesar suyo, a perdonarles sus pecados. Es importante saber que aquí se trata del pueblo judío en su conjunto. Este acusaba a Jesús de tener un demonio, rechazando así el testimonio del Santo Espíritu. Tal pecado no puede serle perdonado, e Israel como pueblo en conjunto será endurecido (cap. 3:29; véase Romanos 11:7-8). Pero todos los que desean acercarse individualmente a Jesús, hallan lugar “cerca de él”, hoy como entonces, para conocer la revelación de los misterios del reino de Dios (v. 11, 34; comp. Proverbios 28, final del v. 5). Hagamos uso de ese precioso privilegio y especialmente no nos privemos de las reuniones en torno al Señor para escuchar su Palabra.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"