Al mirarse a sí mismo, Gedeón no encuentra esa fuerza de la cual le habló el ángel. ¡Por el contrario! Él pertenece a una tribu pobre y es además el menor de su casa. Pero como el apóstol Pablo más tarde, como usted y yo muy a menudo en nuestra vida, Gedeón tiene que aprender la siguiente lección: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10), y
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).
La fuerza de Gedeón (v. 14) era la de Dios mismo; "el poder que Dios da" (1 Pedro 4:11) y que “se perfecciona en la debilidad” del servidor.
¡Precioso encuentro con el ángel de Jehová, figura del encuentro que es necesario que tengamos alguna vez con el Señor, con base en el sacrificio de la cruz! La consecuencia de ese encuentro no es la muerte, lejos de ello, es la paz (v. 23). Y Gedeón edifica un altar en homenaje a ese Dios de paz que se le dio a conocer. Luego, debe aprender que hay cosas que se tienen que derribar, destruir y cortar. ¿No nos es preciso también encarar destrucciones si queremos ser fuertes? ¿Cómo podría habitar un ídolo en nuestro corazón al mismo tiempo que el Espíritu Santo, del cual nuestro cuerpo ha venido a ser templo? (1 Corintios 6:19).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"