Apenas comenzando el libro de los Jueces, nos hallamos ya frente a una decadencia tan triste como rápida. ¿Cuál es la causa principal? Haberse olvidado de la presencia de Jehová. No se habla más de Gilgal, lugar del juicio de uno mismo y donde se hallaba el Ángel de Jehová (cap. 2:1). ¿Cuál es la consecuencia de ello? Se teme el poder del enemigo, y sus carros de hierro son objeto de espanto (Proverbios 29:25). Puede haber una aparente semejanza con los tiempos de Josué. La toma de la ciudad de Luz hace pensar en la de Jericó. Pero aquí no es cuestión de fe ni por parte de los hijos de José ni del hombre que revela la entrada a la ciudad. Rahab había sido protegida a causa de su fe. Ahora todo es diferente en el caso del traidor de Luz, quien, en lugar de vivir con el pueblo, va a reconstruir su ciudad a otra parte. Una victoria que no sea el fruto de la confianza en Dios, nunca será duradera.
Si bien la decadencia es general, cada tribu en particular se caracteriza por tolerar o soportar con más o menos resistencia la presencia de enemigos en su territorio.
También en la Iglesia, el relajamiento colectivo es el resultado del relajamiento individual. Preguntémonos, usted y yo: ¿cuál es mi actitud? ¿Cuál ha sido mi testimonio desde el día de mi conversión?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"