Tal como se lo ha ordenado Jehová, Moisés se dispone a enseñar un cántico a los hijos de Israel. Tomando por testigos a los cielos y a la tierra, exalta la palabra de Dios que desciende “como la llovizna sobre la grama (la juventud), y como las gotas sobre la hierba” (v. 2).
Atribuye a Dios la grandeza, celebra lo que él es: fiel, justo y recto (v. 4). Su nombre es la Roca; asegura refugio, morada, sombra bienhechora, agua viva, miel y aceite para los suyos (v. 13; Salmo 31:2; 71:3; Isaías 32:2, etc.).
Luego el cántico exalta lo que Dios hace: ¡una obra perfecta! Su despliegue a favor de Israel se expone en los versículos 8-14. Lo ha escogido (v. 9), hallado, guardado (v. 10), llevado (v. 11), conducido (v. 12) y exaltado (v. 13). “¿Qué más se podía hacer… que yo no haya hecho?”, preguntará más tarde Jehová a propósito de Israel (Isaías 5:4). Con cuanta más razón, hijos de Dios, tenemos el derecho de exclamar:
Él es la Roca, cuya obra es perfecta.
(v. 4)
Porque a los que antes conoció, también los predestinó… llamó… justificó… glorificó.
(Romanos 8:29-30)
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"