He aquí una vez más la encrucijada encontrada en el capítulo 11:26. Solo dos caminos se abren ante Israel, lo mismo que ante todo hombre: uno lleva a la vida y a la felicidad; consiste en amar a Dios, escuchar su voz y seguirlo (v. 20). Tal es el secreto de una vida feliz estando aún en la tierra. El otro, quizá lleno de atractivo al principio, conduce a la muerte y a la desgracia (v. 15, 19; comp. con Jeremías 21:8). La elección es nuestra. Escuchemos la voz amiga que murmura a nuestros oídos:
Este es el camino, andad por él.
(Isaías 30:21)
Moisés ya tiene ciento veinte años. Ochenta años atrás, él también había tenido que elegir. Había rehusado los honores, las riquezas y los placeres de la corte del Faraón, “escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios… y teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo” (Hebreos 11:25-26). Con la seguridad de que no se había equivocado, puede ahora exhortar a Israel y con él a todos los que aún no se han decidido:
Mira… escoge, pues, la vida.
Jesús es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). Escoger la vida es escogerlo a él mismo. Después él se encargará de nuestra felicidad. Querido amigo, escoja la vida, ¡escoja a Jesús! El futuro no le pertenece.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"