El primer censo de los levitas en el capítulo 3 abarcaba a todos los varones de un mes arriba. Este segundo censo solo toma en cuenta a los hombres de treinta a cincuenta años. El Señor espera que le reservemos los mejores años de nuestra vida. Ya no se trata de la edad física, sino de la madurez espiritual, fruto de la experiencia adquirida poco a poco. A un joven que haya sido “fiel en lo muy poco”, el Señor podrá, llegado el momento, encomendarle “lo más” (Lucas 16:10).
Se hallaron 8.580 levitas en edad para servir. Tomando en cuenta el volumen y peso del tabernáculo, ninguno iba sobrecargado; uno podía relevar a otro. ¿Por qué entonces el Señor se ve obligado a comprobar con tristeza que, para su gran cosecha, dispone de pocos obreros? (Mateo 9:37). ¡Ay!, porque muchos “no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor” (Nehemías 3:5). ¡Situación humillante que debería hablar a cada uno de nosotros!
El censo de los levitas se ha acabado.
Se le asignó a cada uno su oficio y a cada uno su carga.
(v. 49; V. M.)
La palabra carga o servicio (carga es la traducción literal) nos recuerda que quien sirve al Señor y a los suyos no puede hacerlo sin sentir espiritualmente el peso, sin estar comprometido de corazón (2 Corintios 11:28).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"