Se han encontrado analogías entre las atribuciones respectivas de las tres familias de los levitas con las formas principales del ministerio en la Iglesia: profetas, pastores, maestros… (Efesios 4:11). Los primeros (coatitas) presentan a Cristo en relación con las necesidades del desierto, los segundos (gersonitas) velan sobre el montaje de las cortinas, dicho de otra manera, cuidan de la asamblea como testimonio práctico –lo que se ve–, y los últimos (hijos de Merari) son responsables de las “estructuras”, de los fundamentos de la verdad. Para que el edificio quedara completo, era indispensable la colaboración de las tres familias. Un coatita podía estar empleado en llevar el arca, mientras que un gersonita probablemente solo se ocupaba de unas simples cuerdas. Pero no es la importancia ni la aparente nobleza de un trabajo lo que cuenta a los ojos del Señor, sino la fidelidad (1 Corintios 4:2). Con dos como con cinco talentos, el siervo fiel en pocas cosas será establecido sobre mucho (Mateo 25:20-23). Abstengámonos de envidiar o de subestimar el servicio de otro. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar “al criado ajeno”? (Romanos 14:4). Solo el verdadero Aarón tiene facultad para poner “a cada uno en su oficio y en su cargo” (v. 19). ¡Qué seguridad suponía esto para el levita! Guiado por el sacerdote, sabía qué hacer y cómo hacerlo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"