Así como nadie tenía derecho a escoger la ubicación de su tienda, ningún levita podía decidir qué servicio quería cumplir. Lo que debemos hacer no es necesariamente aquello que más nos agrada, lo que parece responder a nuestras capacidades o lo que en un momento dado se presenta ante nosotros. Es lo que el Señor quiere que hagamos.
Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
(1 Corintios 12:5)
Él es el verdadero Príncipe establecido sobre todos los cargos (v. 32), y solo él tiene la facultad para escoger la función de cada cual en la asamblea (Efesios 4:11-13), cuando se considera el conjunto de actividades que se desarrollan. Imaginemos lo que sucedería en una línea de ferrocarril si un buen día el guarda agujas decidiese cambiar de empleo o si el guarda barreras abandonara su paso a nivel. ¡Qué desorden, qué catástrofes resultarían de ello!
De todos modos, cualquiera que fuera la actividad de los levitas, cada una de las tres familias acampaba junto al tabernáculo (v. 23, 29, 35). Pensamos en esos obreros en el tiempo de David: “moraban allá con el rey, ocupados en su servicio” (1 Crónicas 4:23). «Quien está más cerca de Cristo, mejor le servirá y, sin esta proximidad no se le puede servir» (J.N.D.).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"