Dios, quien ha dado el sábado al hombre, piensa también en su creación. Cada siete años los trabajos de los campos debían interrumpirse para dejar reposar la tierra. Y después de siete veces siete años, cada cincuenta años, en Israel resonaba la trompeta anunciando el jubileo, el restablecimiento de todas las cosas. Ninguna transacción, ninguna compra inmobiliaria se efectuaba sin pensar en la fecha del jubileo que iba acercándose; era necesario tenerla en cuenta siempre. Queridos hijos de Dios, esa trompeta cuya señal todos los israelitas esperaban –y de modo especial los oprimidos– ¿no nos hace pensar en la última trompeta, al sonido de la cual el Señor bajará del cielo para recoger a todos cuantos le pertenecemos? (1 Corintios 15:52). ¡Sí, el Señor viene, no lo olvidemos! Vivamos con esta perspectiva. No demos a las cosas de la tierra más que un valor relativo. Tienen un carácter efímero, nuestro disfrute de ellas solo es por un tiempo. Fijemos nuestras miradas más allá, en las cosas que no se ven y que son eternas (2 Corintios 4:18). ¡Quiera Dios que nuestras decisiones y proyectos, lo que nos brinda satisfacción como también nuestras pruebas, siempre lleven el sello de «provisional» que les confiere nuestra bienaventurada esperanza!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"