La obra de la gracia se acabó. Aquel que la cumplió ha sido hecho más sublime que los cielos (cap. 7:26). Y nosotros somos invitados a acceder allí siguiendo sus pisadas, por el camino nuevo y vivo que desde entonces ha quedado abierto al adorador. La sangre de Jesús, el velo rasgado y la intervención de un gran sumo sacerdote a favor de nosotros dan a nuestra fe una completa seguridad. Acerquémonos, hermanos, con plena libertad. Que nada nos detenga para entrar en el Lugar Santísimo… ni para congregarnos con los hijos de Dios (v. 25). No nos hemos convertido para vivir solos, como egoístas. Alentémonos unos a otros a amar y a abnegarse.
Los versículos 26 a 31 son particularmente solemnes. Para los judíos que profesaban el cristianismo, pecaban voluntariamente al volver a la ley; de esa manera, pisoteaban al Hijo de Dios, envilecían su preciosa sangre y se burlaban de su gracia. Pecar voluntariamente también puede aplicarse a hijos de padres creyentes que rechacen la enseñanza recibida en la juventud y deliberadamente escojan el camino del mundo.
Amigos jóvenes que poseen privilegios tan grandes: el camino al cielo no siempre estará abierto para ustedes. ¡Acérquense ahora! (Juan 6:37).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"