Solo, Aarón representa a Cristo; como tal es ungido aparte y la sangre no es necesaria (v. 7). Acompañado de sus hijos, vemos a Cristo con los suyos. En virtud de su relación con Jesús, Sumo Sacerdote en el cielo, los creyentes están asociados a Cristo para presentar la alabanza a Dios. Pero, antes de poder ejercer su oficio, Aarón y sus hijos tenían que cumplir ciertas condiciones. Algunos sacrificios estaban preparados para ellos. Debían acercarse a la entrada de la tienda y ser lavados con agua (observemos que no podían hacerlo ellos mismos). A continuación recibían las nuevas vestiduras descritas en el capítulo 28. Moralmente, las mismas operaciones son indispensables antes de iniciar cualquier servicio cristiano. Es preciso que vayamos a Dios con el sacrificio excelente que expía nuestros pecados. Luego es necesario ese lavado “con agua” efectuado por la Palabra (Hebreos 10:22; Tito 3:5). Finalmente, nuestro cuerpo limpio requiere vestiduras limpias. Zacarías 3:3-5 nos muestra un sacerdote, Josué, al que Jehová viste de ropas de gala en lugar de sus “vestiduras viles”. Nuestra conducta exterior debe ser pura para que corresponda a la purificación interior de nuestra conciencia. Solo vistiéndonos del Señor Jesucristo podremos realizarlo (Romanos 13:14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"