No pensemos que esta epístola, que expone verdades tan elevadas y a veces abstractas, fue escrita solo para los creyentes experimentados, los varones perfectos del capítulo 4:13. Aquí el apóstol se dirige directamente a los niños. Lo que les tiene que decir es muy sencillo: “Obedeced a vuestros padres”; considerad sus amonestaciones como si fuesen las del Señor. Esta disciplina, por penosa que pueda parecer a veces, corresponde a las instrucciones que los padres han recibido de Dios acerca de sus hijos (v. 4).
En cuanto a los esclavos y a los amos, lo que se les manda se aplica a todos los que tienen jefes (v. 5-8) o subordinados (v. 9). Nuestro trabajo nos dará todos los días la oportunidad de poner estos versículos en práctica, es decir, la de hacer “de corazón” la voluntad de Dios. Estamos continuamente ante sus ojos. Pero necesitamos fortaleza. ¿Dónde encontrarla? En el Señor (v. 10). Solo él nos capacitará para enfrentar a los temibles enemigos invisibles: las potestades espirituales de satánica maldad que nos amenazan. Porque Cristo mismo está sentado “en lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío”, habiendo logrado sobre ellos la victoria de la cruz (cap. 1:20-22; Colosenses 2:15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"