Hemos visto en el cántico de la liberación lo que concierne a David, y al mismo tiempo al creyente, también lo que atañe a Cristo, de quien David es figura. Nos queda por considerar el lado de Dios. “En cuanto a Dios, perfecto es su camino”, así comienza el versículo 31. Jesús desea que conozcamos al Autor de su liberación (lea v. 17-18; Salmo 40:2). Vemos cuál fue su primer mensaje enviado a los discípulos por medio de María, inmediatamente después de la resurrección (comp. Salmo 22:22 y Juan 20:17). Es como si les hubiese dicho: «El Padre que me ama, el poderoso Dios que me libró, viene a ser vuestro Padre, vuestro Dios. También él os ama y, por su gran poder, os libra conmigo del poder de Satanás y de la muerte. Todo lo que este nombre de Padre significa para mí, de ahora en adelante lo es para vosotros».
Los versículos 33 y siguientes nos muestran a Dios igualmente poderoso para sostener en su andar y en sus luchas a los que confían en él. Así condujo a Jesús, cuya confianza fue total.
El final de este cántico se refiere al porvenir. Nos muestra lo que Dios hará para quebrantar definitivamente a los enemigos de Cristo en la tierra, para colocar a los pueblos bajo su dominio y, por fin, establecerle como Rey sobre el universo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"