Una vez más, David honra la memoria de Saúl y de sus descendientes. Personalmente vela por su sepultura.
Después, Dios nos traza aún una gloriosa página. Surgieron cuatro temibles enemigos, descendientes de los gigantes. Pero, uno tras otro, fueron abatidos por los compañeros de David. El rey había dado ejemplo a sus hombres, al triunfar primero sobre el verdadero Goliat, Satanás, el más grande y peligroso de todos los adversarios. Les mostró lo que puede la confianza en Dios.
El gran combate de la cruz no volverá a producirse. Satanás está vencido. Pero si somos discípulos de Cristo, también tendremos que enfrentar muchos combates. En contraste con David, nuestro Señor está siempre con nosotros y nunca se cansa. Nos dará la victoria, ya que luchamos por Su nombre y para Su gloria, muchas veces por la sencilla y perseverante oración de fe. Y los enemigos, tan a menudo de apariencia espantosa y monstruosa, huirán como una sombra ante el todopoderoso Nombre de Jesús, con el cual nos presentamos. ¿Conocemos por experiencia el invencible poder de ese nombre de Jesús?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"