Esta magistral exposición de la doctrina de la resurrección no estaría completa sin una última revelación: no todos los creyentes pasarán por el sueño de la muerte. Los vivos no serán olvidados cuando Jesús venga. “En un abrir y cerrar de ojos” tendrá lugar la extraordinaria transformación que hará apto a cada uno para la presencia de Dios. Así como los invitados a la boda real de la parábola debían cambiar sus harapos por el glorioso vestido (Mateo 22:1-14), muertos y vivos vestirán un cuerpo incorruptible e inmortal. Entonces la victoria de Cristo sobre la muerte, de la que dio una prueba con su propia resurrección, tendrá su grandioso cumplimiento en los suyos.
Como toda verdad bíblica, este “misterio” debe tener una consecuencia práctica en la vida de cada redimido. Tenemos una esperanza “firme” (Hebreos 6:19); seamos firmes nosotros también, “constantes, creciendo en la obra del Señor siempre”. Nuestro trabajo nunca será en vano si lo hacemos “en el Señor” (v. 58). Aunque en la tierra ningún fruto haya sido visible, habrá una valoración en la resurrección.
El capítulo 16 ofrece un ejemplo de servicio cristiano: las ofrendas recogidas el primer día de la semana. Este servicio tiene mucha importancia para el corazón del apóstol y para el del Señor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"