¿Cómo será el nuevo cuerpo del creyente en la gloria? (v. 35). La Biblia jamás satisface nuestra curiosidad. “Necio…”, contesta ella a los esfuerzos de nuestra imaginación. Si presento al lector una semilla desconocida, no me podrá decir qué clase de planta saldrá de ella. Igualmente sucede con una oruga repugnante y apagada: nada deja prever la radiante mariposa que se desarrollará bajo todos los efectos de la luz.
Pero, para poder asistir a los pequeños milagros de la germinación o de la metamorfosis, es necesaria la muerte de la semilla (Juan 12:24) y el sueño de la crisálida. Del mismo modo, el redimido que se “durmió” aparecerá vestido de un cuerpo de resurrección. ¡Qué porvenir más prodigioso está reservado a ese cuerpo hecho con el polvo de la tierra, simple envoltura del alma! Resucitará “en incorrupción”: la muerte no tendrá más poder sobre él; “en gloria” y “en poder”: sin debilidad ni flaqueza; “cuerpo espiritual”: definitivamente librado del viejo hombre y sus deseos, instrumento perfecto del Espíritu Santo. Finalmente será semejante al de Cristo resucitado. Con esto ya tenemos bastantes y preciosas informaciones acerca de nuestro futuro estado… y motivos para glorificar a Dios desde ahora en nuestro cuerpo.
Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu
(1 Corintios 6:20).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"