Muchos se quejan de la debilidad actual debida a la ausencia de dones en las iglesias. Pero, ¿los anhelan como el versículo 1 los invita a hacerlo? El Señor tal vez se ha propuesto confiarle cierto don, y espera notar en usted ese anhelo para recibirlo. Pídaselo… junto con la humildad que le impida vanagloriarse de ese don que no es para uso propio, sino “para edificación de la iglesia” (v. 12). Los corintios empleaban sus dones para su propia gloria y ello originó un grandísimo desorden. El apóstol los induce a tener una justa apreciación de las cosas y les muestra que el don del cual más se vanagloriaban –el don de lenguas– era precisamente uno de los menos importantes (v. 5). En cambio, el don de la profecía era y sigue siendo particularmente deseable. No implica, como otrora, la revelación del porvenir, sino que
el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación (v. 3).
El versículo 15 nos recuerda que tanto para orar como para cantar es necesaria la participación de nuestra inteligencia. A menudo nos distraemos en la presencia del Señor, cuando es necesario que pensemos en lo que expresamos ante Dios. Apliquémonos a meditar en profundidad, encomendando nuestro espíritu a la guía del Espíritu Santo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"