Antes de explicar cómo Dios justifica al pecador es necesario convencer a cada uno de que es pecador. Dios va, por así decirlo, a poner toda la humanidad en el banquillo. Quizás se pensará que los paganos son excusables porque no poseen la Palabra escrita. Pero tienen a la vista otro libro siempre abierto: el de la Creación (Salmo 19:1). Sin embargo, no reconocieron ni honraron a su Autor y omitieron darle gracias (lo que es un deber universal). Todo ser humano recibió una inteligencia que le permite discernir hechos evidentes y sacar la conclusión de que hay un Dios. Pero los hombres emplearon esta facultad para imaginar ídolos y desde entonces, esclavos de los poderes del mal, se entregaron a las peores codicias.
Por cierto, no es hermoso el retrato que Dios hace aquí del hombre natural. Y… ¡ese retrato es el suyo y el mío! Pero –dirá usted, indignado– no he cometido los horribles pecados mencionados en estos versículos. ¡Veamos! Vuelva a leer los versículos 29 a 31 y examínese. Además, Dios no solo declara culpables a los que se entregan a tales vicios, sino también a los que se complacen con los que los practican. Leer una novela que cuenta cosas inmorales, complacerse en descripciones turbias y malsanas es colocarse bajo el mismo “justo juicio de Dios” (v. 32; cap. 2:5; Salmo 50:18).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"