Para impedir la propagación del Evangelio, el enemigo incitó a los hombres a estar en contra de Pablo. Aquí se sirve de obstáculos naturales para cerrarle el paso.
Muchos cristianos se parecen a un barco de vela: su andar depende del viento que sopla. Si es una brisa “del sur” que los empuja suavemente,todo va bien; levan el ancla llenos de ánimo (v. 13). Pero si el viento cambia y les es contrario, navegan a duras penas, “con dificultad”; no son capaces de avanzar (v. 7-8) y buscan en un lado u otro amparo humano para sus dificultades. Al fin, cuando sobreviene el viento huracanado de una gran prueba, no resisten más y quedan a la deriva (v. 15).
El barco de vapor, en cambio, prosigue su ruta haga el tiempo que haga. Quiera Dios que movidos por una fe activa y firme podamos avanzar siempre hacia la meta, pese a todos los temporales.
A pesar de haber sido benévolo con su prisionero, el centurión dio más crédito al patrón de la nave que a lo que Pablo decía (v. 11). ¿No sucede a menudo que confiamos más en el consejo y en la opinión de los hombres que en las directivas de la Palabra y del Espíritu Santo? ¡Y esto para nuestro perjuicio! (v. 10).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"