De Filipos, Pablo y sus compañeros fueron a Tesalónica, otra ciudad de Macedonia. Algunos judíos y muchos griegos, entre los cuales se hallaban mujeres nobles, recibieron la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 1:5). Pero la mayoría de los judíos, incitados por Satanás, instigaron al pueblo en contra de los predicadores del Evangelio. Para ese fin no vacilaron en servirse de gente desalmada, a la que, sin embargo, despreciaban, ni en retomar ante los magistrados el argumento utilizado años atrás frente a Pilato: “No tenemos más rey que César” (v. 7; Juan 19:15).
La temporada que Pablo pasó en Tesalónica fue breve, aproximadamente unas tres semanas. Pero Dios lo permitió así para nuestro provecho, pues por esa razón más tarde el apóstol se vio obligado a completar su enseñanza por medio de dos epístolas muy ricas en instrucciones para todos nosotros.
En Berea los judíos fueron más nobles y rectos. En lugar de dejarse enceguecer por los celos (v. 5), trataron de afianzar su fe estudiando cada día la Palabra, cuya autoridad soberana reconocieron (v. 11; Juan 5:39).
Recomendamos expresamente a cada uno de nuestros lectores a seguir ese ejemplo, que es la meta de estas pequeñas meditaciones diarias.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"