Los apóstoles, prosiguiendo su viaje, llegaron a Panfilia. Pero allí Juan, llamado también Marcos (cap. 12:12), los abandonó y volvió a Jerusalén. Su fe no estaba a la altura del servicio para el cual se comprometió ni de las dificultades que entreveía. No basta con acompañar o imitar a un siervo de Dios. Incluso en una obra en común, cada uno tiene su propia responsabilidad ante el Señor y solo puede andar con su fe personal.
Al dirigirse a los judíos en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, Pablo, como Esteban, recordó la historia de Israel y mostró cómo Dios había cumplido en Jesús las promesas hechas a David (Salmo 132:11). David era precisamente una figura preciosa del Salvador que debía descender de él (v. 23). Porque en contraste con Saúl, rey según la carne, Dios había escogido en la persona de David a un hombre según su corazón, quien haría todo lo que él quería (v. 22).
Todo concordaba para reconocer y designar a Jesús como el Mesías: el testimonio de Juan después del de todos los profetas, el cumplimiento de las Escrituras por su muerte, pese a que ningún crimen fue hallado en él (v. 28; Isaías 53:9), y por encima de todo su resurrección (v. 30).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"