A pesar de lo desagradable que es la forma de comportarse de Jacob, reconozcamos su paciencia. Soporta sin quejarse las fatigas y las privaciones, al igual que todas las injusticias de las cuales es objeto por parte de Labán. Lo que lo sostiene es el recuerdo del país dado por Dios a Abraham y a su descendencia. No ha olvidado la promesa que Dios le hizo en Bet-el en cuanto a hacerlo volver al país de sus padres. Esta esperanza se mantiene viva en su corazón, y por fin llega el momento de cumplirse. Cristianos, extranjeros en la tierra, ¿no tenemos, nosotros también, una promesa por parte del Señor acerca de la Patria celestial en la cual nos hará entrar pronto? Esta esperanza debería darnos toda la paciencia y el ánimo necesarios para soportar las dificultades e incluso las injusticias.
Aun obedeciendo al mandamiento de Jehová (v. 3), Jacob permanece tristemente fiel a su carácter astuto: engaña a Labán al huir de él a escondidas. ¿No es al mismo tiempo una falta de confianza en Dios? Aquel que le daba la orden de ponerse en camino no podía permitir que Labán lo retuviese (v. 24). Y este último no habría podido hacer sino someterse, reconociendo como antaño:
De Jehová ha salido esto.
(cap. 24:50)
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"