Una segunda noche memorable se inscribe en la historia de Jacob. Ese combate con el Ángel es como el resumen de toda su vida anterior. Siempre había buscado la bendición por sus propios esfuerzos; en eso se había opuesto a Dios. Ahora comprueba que la energía del hombre no puede vencer y prevalecer. Con un gesto de Dios (v. 25) ella es aniquilada. Entonces Jacob se ve en la obligación de cesar de confiar en sí mismo. Aprende esta verdad básica para la vida del creyente:
Cuando soy débil, entonces soy fuerte.
(2 Corintios 12:10)
Y en ese momento triunfa al declarar por fe: “No te dejaré, si no me bendices” (v. 26; Oseas 12:4). ¡Victoria de la oración! Obtiene la bendición bajo la forma de ese nombre de Israel, tan grande en los consejos de Dios, en la Escritura y en la Historia, ese nombre que nos habla de Cristo, el Vencedor, el Príncipe, el verdadero Israel de Dios.
Queridos cristianos, Dios quiere hacer de nosotros vencedores. Si nos detiene en nuestra marcha dirigida por nuestra propia voluntad y nos quita nuestra energía carnal, es con el fin de darnos su poder.
Jacob recordará a Peniel. Su bastón se lo rememorará continuamente. Su cadera ha sido descoyuntada, pero su alma ha sido liberada (Romanos 7:24-25).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"