Hai es conquistada y luego quemada, sus habitantes son masacrados, su rey ahorcado y su botín conservado para beneficio del pueblo, “conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a Josué” (v. 27). Después de haber pagado un alto precio por ejercer su propia voluntad, esta vez Josué e Israel cumplen estrictamente las instrucciones divinas. Deuteronomio 21:22-23 prohibía dejar el cadáver de un ahorcado colgado en el madero durante la noche; Josué también obedece en esto (v. 29), prueba de que considera que la tierra ya es de ellos. Apliquémonos a justificar nuestro comportamiento por las Escrituras. Qué fuerza tendría nuestro testimonio si a cualquier pregunta relativa a nuestra conducta pudiésemos responder: es lo que pide el Señor, lo que me pide en su Palabra. Contemplemos a Jesús en la cruz. En el último instante de su vida de hombre obediente, aún podía decir, “para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed” (Juan 19:28).
La escena que sigue (v. 30-35) también responde a las instrucciones de Deuteronomio (cap. 11:29; 27:11 y sig.). Hombres, mujeres y niños estaban reunidos, incluyendo al extranjero (Rahab seguramente se encontraba allí), en el lugar designado para escuchar la ley. El centro de esta reunión era el arca santa, tipo de Cristo. La adoración y el gozo se expresan por el ofrecimiento de holocaustos y sacrificios.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"