A los avaros fariseos Jesús declara que Dios conoce su corazón y juzga de una manera diferente a cómo lo hacen los hombres. La terrible apreciación de Dios acerca de las obras más grandes, de los triunfos y ambiciones terrenales, está escrita en el versículo 15: “Es abominación”. Entonces, ¡qué completo cambio de situación se manifestará en el otro mundo! El Señor da un admirable ejemplo. Este rico era precisamente un mayordomo infiel, pues aun teniendo a su prójimo a la puerta empleaba para sí mismo, en su afán de lujo y por egoísmo, lo que Dios le había encargado que administrara sobre la tierra. Pero tanto el rico como el pobre tarde o temprano encontrarán la muerte. Y este relato, hecho por Aquel que no puede mentir, demuestra que nuestra historia no termina aquí en la tierra. Todavía abarca el capítulo definitivo en el cual el Señor, volteando un poco la página, nos permite entrever algo. ¿Qué descubrimos en este más allá, acerca del cual tantos hombres tiemblan al interrogarse sobre él? ¡Un lugar de gozo y un lugar de tormento! Entonces será imposible pasar de uno a otro, será demasiado tarde para creer, pero también demasiado tarde para anunciar el Evangelio. “He aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"