Dios sigue siendo el dueño de todo

Lucas 16:1-13

Nos extraña la actitud de este amo que aprueba a su siervo infiel, igualmente nos sorprende la conclusión del Señor: “Ganad amigos por medio de las riquezas injustas” (v. 9). Pero este adjetivo nos da la clave de la parábola. Nada aquí en la tierra pertenece al hombre. Las riquezas que pretende poseer son, en realidad, de Dios; son, pues, riquezas injustas. Puesto en la tierra con la misión de administrarlas, el hombre se ha comportado como un ladrón. Lo que Dios había puesto en sus manos para su propio servicio, él lo ha pervertido para sus intereses egoístas, para satisfacer sus codicias. Pero todavía puede arrepentirse y emplear en beneficio de los demás, con miras al porvenir, los bienes del divino Dueño, mientras los tenga en sus manos.

El mayordomo del capítulo 12:42 era fiel y prudente; este es infiel, sin embargo, también obra prudentemente, y esta es la cualidad que le reconoce su amo. Si la gente del mundo muestra tal previsión, ¿no deberíamos nosotros, que somos “hijos de la luz”, pensar más en las verdaderas riquezas? (v. 11; cap. 12:33).

El versículo 13 nos recuerda que no podemos tener dos corazones: uno para Cristo y otro para Mamón (palabra de origen arameo con la cual Jesús personifica a las riquezas como un dios en Mateo 6:24; Lucas 16:13) y las cosas de este mundo. ¿A quién queremos amar y servir? (1 Reyes 18:21).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"