Los caminos de entonces eran en general tan malos que debían ser reparados cada vez que el cortejo de un alto personaje debía pasar. Visto en un sentido moral, este era el servicio de Juan el Bautista. Encargado de preparar la venida del Mesías, advirtió a los judíos que su calidad de hijos de Abraham no era suficiente para ponerlos al abrigo de la ira. Lo que Dios reclamaba de ellos era el arrepentimiento acompañado de frutos verdaderos. El arrepentimiento o la ira, sí, tal era la elección para Israel y para todo hombre.
Unas tras otras, personas de diferentes clases sociales se dirigían a Juan; él tenía algo que decirle a cada una de parte de Dios. Asimismo la Palabra responde a todos los estados y a todas las circunstancias.
En último lugar se presentaron los hombres de guerra. Estos quizás esperaban que el Mesías los alistase bajo su bandera en un ejército de liberación del yugo romano. La respuesta de Juan debió sorprenderlos (v. 14). No pensemos que el Señor nos necesita para cumplir acciones sobresalientes. Lo que él espera de nosotros es un testimonio de honestidad, dulzura y contentamiento en medio de la situación en que nos encontramos (1 Corintios 7:24).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"