La adoración del cristiano tiene por efecto transportarlo en espíritu al “monte” junto al Señor glorificado. ¡Quiera Dios que podamos conocer más a menudo tales momentos! Pero también es necesario saber descender nuevamente con Él en medio de las circunstancias de la vida, en este mundo en el cual reina Satanás. Esta es la experiencia que hacen los discípulos en esta ocasión. La curación del niño lunático fue la oportunidad para que Jesús subrayara el poder de la fe.
La escena de los versículos 24 a 27 es instructiva y conmovedora a la vez. Pedro, acostumbrado a obrar sin reflexionar y olvidándose de la visión de la gloria y de la voz del Padre, se comprometió a pagar el impuesto del templo en nombre del Maestro. Jesús le preguntó con dulzura si alguna vez había visto que el hijo de un rey pagara impuestos a su propio padre. ¡Y eso que Simón lo había reconocido poco antes como el Hijo del Dios viviente! Después de esta aclaración, el Señor le ordenó que pagase la suma, a pesar de que Él estaba exento. Pero al mismo tiempo manifestó su poder: el Señor domina sobre toda la creación, incluso sobre los peces (Salmo 8:6-8). También manifestó su amor asociándose a su débil discípulo al pagar igualmente por Él.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"