El capítulo 16 termina con el pensamiento acerca de los sufrimientos y de la muerte de Jesús. Este comienza hablando sobre su aparición en gloria, que responde a la promesa hecha a los discípulos: “Hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino” (cap. 16:28). Después del menosprecio del cual su Hijo había sido objeto por parte de su pueblo Israel, y de las distintas formas de incredulidad que había encontrado, Dios deseaba dar a testigos escogidos de entre los hombres una primera impresión de lo que sería su majestad real. ¡Qué escena! Sin embargo, los tres discípulos fueron incapaces de soportarla. El temor se apoderó de ellos, después del sueño(Lucas 9:32). Finalmente fue necesario que Dios hablara para impedir que su Amado fuera confundido con los dos compañeros de su gloria. Más tarde solamente, después de la resurrección, los discípulos comprendieron el alcance de esta magnífica visión, y entonces fueron autorizados para contarla. Es lo que Pedro hizo en su segunda epístola (cap. 1:17-18). Pero mientras Moisés y Elías volvieron a su descanso, el Hijo de Dios se volvió a revestir con su humilde “forma de siervo” que había dejado solo por un momento, y bajando de la montaña, emprendió nuevamente el camino solitario de la cruz.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"