En el versículo 16 la cita de Isaías 9:1-2 sufre un ligero cambio. En los tiempos de este profeta, el pueblo todavía “andaba” en las tinieblas. Ahora ya está “asentado”, ha tomado lugar lejos de la luz de Dios, ha perdido el ánimo y toda esperanza. Es precisamente el momento en que Dios puede intervenir. Aquel que es “la luz” aparece trayendo la liberación. A su llamado, atraídos por su amor, algunos discípulos se unieron a Él y lo siguieron. Dos aquí, dos allá, Simón y Andrés, Jacobo y Juan. Para esos hombres era el momento decisivo, el que súbitamente cambiaba sus vidas y del cual no se olvidarían jamás (cap. 19:27). Sí, al instante dejaron a su padre, la barca y las redes, para hallar un Maestro como nunca hubo otro igual y la promesa de una nueva tarea: serían pescadores de hombres. Llegado el momento, Jesús haría de ellos evangelistas y apóstoles.
No todos los cristianos están llamados a abandonar su trabajo o a renunciar a los lazos familiares, pero todos han oído alguna vez la voz conocida que les dice: “Sígueme”. ¿Ha respondido usted a esta voz?
Los versículos 23 y 24 resumen admirablemente toda la actividad de amor del Señor Jesús.
Seguid al Maestro por todo lugar,
En días de lucha o días de paz.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"