En el libro de los Jueces vemos reproducirse constantemente el mismo ciclo: el pueblo empieza por dejar a Jehová. Entonces Dios emplea enemigos para despertar su conciencia. Finalmente, el pueblo clama a Dios quien, lleno de compasión, lo libera dándole un juez (véase también Salmo 107:6, 13, 19, 28). ¡Ay! demasiado a menudo se repite este ciclo en la vida de cada uno de nosotros. Cuando, olvidando al Señor, nos dejamos influir por el mundo, a veces Él se sirve de la adversidad del mismo mundo para despertarnos. El versículo 2 nos recuerda de qué manera Dios mantiene ese estado de alerta y nos ejercita para el combate. Deja subsistir enemigos expresamente para este fin. Una preparación militar necesariamente implica ejercicios y maniobras, sin los cuales un soldado sería inepto para la guerra. Pelear la buena batalla de la fe es una exhortación permanente para el cristiano (1 Timoteo 6:12). La fe posee una doble certidumbre: la primera, que el mundo es un enemigo; la segunda, que el mundo es un enemigo vencido. “Yo he vencido al mundo” fueron las últimas palabras dichas por el Señor Jesús a los suyos antes de ir a la cruz (Juan 16:33). Nuestra fe debe apoderarse de ellas para triunfar en el momento preciso (1 Juan 5:4-5).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"