Al norte del país, el enemigo de otros tiempos vuelve a restituirse, bajo el mismo nombre: Jabín, y con la misma capital, es decir, Hazor (véase Josué 11:1), y oprime a Israel durante veinte años. Cuidémonos de no perder el fruto de la victoria de nuestros predecesores. Es, pues, necesario volver a combatir. Jehová emplea a Débora, una mujer profetiza, una "madre en Israel" (Jueces 5:7), para juzgar y liberar al pueblo. Hermanas, jóvenes creyentes, no piensen que se las pone a un lado en los servicios de la Asamblea. Por cierto, no conviene que la mujer ejerza “dominio sobre el hombre” ni que tome la palabra en público (1 Timoteo 2:12; 1 Corintios 14:34). No obstante, ¡cuántas cristianas obtuvieron notables liberaciones, solo por sus oraciones!
Débora llama a Barac, pero a este le falta valor. Necesita apoyarse en alguien. Su confianza en Dios no es suficiente como para prescindir de todo socorro humano (léase Salmo 146:3, 5). Nuestra valentía siempre depende de la confianza que tengamos en el Señor. Si ella nos falta, hagamos como los apóstoles en el capítulo 4 de los Hechos: piden a Dios que les conceda hablar de Su Palabra con "todo denuedo" (v. 29), lo cual les es concedido mediante el Espíritu Santo (v. 31).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"