Todo “lo mejor” debe ser para José, figura de Cristo. Cinco veces hallamos esta expresión. Pero no hay nada “mejor” para el Señor Jesús que el amor de su Iglesia, de sus redimidos. “Apartado de entre sus hermanos” (Génesis 49:26) es “príncipe entre sus hermanos” (v. 16). Por causa de sus sufrimientos en la cisterna y en la prisión, y luego de su gloria en Egipto, José ocupa con pleno derecho este lugar particular. Es el de Jesús. Nadie podía acompañarlo en el terrible camino del Calvario. Estuvo solo en la cruz. Por eso Dios le ha dado eternamente un lugar privilegiado; lo ha ensalzado hasta lo sumo, le ha dado “un nombre que es sobre todo nombre”; lo ha ungido “con óleo de alegría más que a tus compañeros”(Filipenses 2:9; Salmo 45:7).
Como en un cuadro espléndido, el reinado milenario de Cristo es evocado por las bendiciones de las tribus. Contrariamente a lo pronunciado por Jacob, no contienen ninguna censura, ninguna restricción. Sin embargo, en esta segunda lista hay un ausente, ¿lo ha notado usted? Se trata de Simeón,antiguamente asociado con Leví en una misma condenación (Génesis 49:5). Leví, objeto de la gracia, es ricamente bendecido. Pero Simeón, ¿dónde queda? ¡Es una pregunta bastante seria! Y su nombre, amigo lector, ¿está en el libro de la vida?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"