Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.
(Salmo 16:4)
Este versículo, que proféticamente se aplica al culto del anticristo, puede servir de título para los versículos 15-68 de nuestro capítulo. El que habla en el Salmo 16 es Cristo, quien contrariamente a Israel nunca dejó de confiar en Dios, de tenerlo presente. Por eso pudo contar con Dios para ser guardado, para conservar su porción, para no resbalar (Salmo 16:1, 5, 8). Jesús es nuestro modelo en el camino de la fe. Pero Dios se ve obligado a mostrarnos también el ejemplo inverso y sus consecuencias bastante trágicas. La espantosa amenaza del versículo 53 se cumplió literalmente en la historia de Israel (2 Reyes 6:29). En cuanto a su libertad, prácticamente la perdió desde los días de su deportación a Babilonia.
“Servid a Jehová con alegría”, dice el Salmo 100:2. Precisamente Israel no sirvió a su Dios “con alegría y con gozo de corazón” (v. 47), exponiéndose así a cargar con el yugo de hierro de sus enemigos. Moralmente, así ocurre siempre. Al negarnos a servir al Señor, nos colocamos prácticamente bajo la servidumbre de Satanás y del pecado (Juan 8:34). ¡Que Dios nos enseñe a servirle gozosamente, imitando a Aquel que hallaba sus delicias en hacer la voluntad de Dios! (Salmo 40:8).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"