Caín, condenado a ser vagabundo, trata de evitar el destino que Dios le ha asignado y se instala en el mundo cómodamente. Construye una ciudad para él y sus descendientes, y cada uno de ellos encuentra una ocupación a su gusto. Pero el «progreso social» no corrige la naturaleza humana. La raza de Caín se parece a su jefe de fila. La violencia y el espíritu de provocación del primer homicida de la historia se reproducen en su descendiente Lamec. Esta escena nos ofrece un resumen del mundo actual que dio muerte a Jesús, el verdadero Abel. Todo continúa como si nada hubiese pasado, como si la crucifixión del Señor no hubiese existido. Se ha organizado para vivir en la tierra lo más agradablemente posible. Nada falta: ciencias, artes, industria e incluso religión. Sólo Jesús casi siempre está ausente.
Pero, paralelamente a la descendencia de Caín, otra raza hace discretamente su aparición al final del capítulo. Set toma el lugar de Abel y entonces se empieza a invocar el nombre de Jehová. La vida del justo, al que han matado, se perpetúa en figura en la descendencia de la fe, mostrándonos cómo Cristo, el segundo Hombre, adquirió una familia, que lleva su nombre y vive en el temor de Dios. Lector, ¿a cuál de las dos razas pertenece usted?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"