Balaam aparejó su asna y salió con el corazón alegre calculando de antemano su salario de iniquidad. Pero ante Dios, su camino es perverso (v. 32), conduce a la perdición. Balaam finge obedecer a Dios cuando en realidad es tentado por “su propia concupiscencia” (Santiago 1:14). Dios quiere dárselo a entender y le habla de manera milagrosa por medio de su asna. ¡Trabajo inútil! Entonces el Ángel se deja ver y lo reprende (leer 2 Pedro 2:15-16). Más loco y más ciego que su misma asna, Balaam se obstina y Jehová lo deja seguir adelante. ¿A veces no ocurre que, para detenernos, Dios se opone en el camino de nuestra propia voluntad? Suscita obstáculos, trabas que tienen su propio lenguaje, si es que sabemos escuchar. Son tantas ocasiones que sirven para que nos preguntemos si el Señor no se está oponiendo a un proyecto que desaprueba.
El Nuevo Testamento menciona “el camino de Balaam” (2 Pedro 2:15), luego su “error” (Judas 11) y finalmente su “doctrina” (Apocalipsis 2:14). La propia voluntad extravía cada vez más.
Ahora Balac y Balaam se han unido para su obra malévola. Juntos estos dos cómplices son figura del malvado rey llamado “la bestia”, y del falso profeta o anticristo, quienes en los tiempos apocalípticos se verán empujados por Satanás contra Israel y contra Dios (Apocalipsis 13).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"