Fulminando a los doscientos cincuenta rebeldes, Jehová mostró a quien había designado para ejercer el sacerdocio. Solo Aarón fue aceptado con su incensario. Otra prueba confirma la elección divina, y esta vez habla de vida. De entre las doce varas presentadas por los príncipes, una sola, la de Aarón, da una extraordinaria prueba de vitalidad: en una sola noche reverdece, florece y produce almendras. Imagen admirable de la resurrección de Cristo, “dando fe a todos” de la gloria de Jesús y la eficacia de su obra (Hechos 17:31). Muchos impostores han pretendido recibir una misión divina. Pero han muerto y jamás han resucitado. Cristo, único hombre que pasó por la muerte “según el poder de una vida indestructible” (Hebreos 7:16), actualmente ejerce en lo alto su santo sacerdocio en favor de los suyos. Además, el fruto producido en cada uno de los que le pertenecen constituye hoy –podríamos decir, fuera de temporada– el testimonio visible hacia un Salvador viviente, aunque todavía oculto.
Luego se coloca la vara de Aarón en el arca (v. 10; Hebreos 9:4), como para recordarnos que la fuente de vida solo se halla en Cristo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"