A la sombría historia del pueblo en el desierto se añade ahora otra página funesta. La epístola de Judas le da como título “la contradicción de Coré” (Judas 11). Este relato muestra hasta dónde puede conducir el “orgullo” del que se habla en el capítulo 15: una verdadera sublevación contra Dios. Coré es un levita de la familia de Coat. No contento con su noble servicio, ambiciona el sacerdocio que Jehová encomendó a Aarón y su familia. Desempeñar el servicio del tabernáculo y estar “delante de la congregación para ministrarles” (v. 9) no bastaba a Coré y sus cómplices. Puede suceder que ciertos cristianos tampoco se contenten con el servicio que el Señor les ha encargado. Quieren ser importantes, estar por encima de los demás. El apóstol Juan se ve obligado a denunciar a un tal Diótrefes, a quien le gustaba ser el primero en la iglesia (3 Juan 9-10). Un perfecto contraste con Aquel que “no vino para ser servido, sino para servir…” (Marcos 10:45)
En cuanto a Datán y Abiram, se atreven a aplicar a Egipto la expresión que designa al país de Canaán: “una tierra que destila leche y miel” (v. 13). Y el señorío de Moisés les parece insoportable (v. 13 final). Estos hombres son figura de la rebelión civil, mientras que Coré personifica la apostasía religiosa.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"