Observemos en nuestro pasaje la sucesión de los verbos: he llamado por nombre, he llenado del Espíritu de Dios, he puesto (o dado) con él a Aholiab, he puesto sabiduría, te he mandado. Todo lo que concierne al servicio es dirigido desde arriba, por Dios mismo. Ni siquiera Moisés estaba calificado para escoger a los obreros. En el libro de los Hechos vemos que es el Espíritu Santo quien designa a Bernabé y a Saulo para efectuar la obra a la cual Dios les llamaba (Hechos 13:2). Con más razón, no pertenece al obrero decidir lo que debe hacer. Dios es quien lo designa y lo llena de la sabiduría necesaria. Dios ha dado a cada uno una inteligencia. ¿Para qué empleamos la nuestra? Quizá para hacer buenos estudios o para ganarnos bien la vida. Pero el Señor quiere que, bajo la acción de su Espíritu, todas nuestras facultades estén puestas a su servicio.
Por último, también es Dios quien, con el servicio, da el descanso necesario a sus siervos. El Evangelio nos muestra al Señor llamando a sus discípulos, enviándolos y, finalmente, al regresar ellos, conduciéndolos aparte para que descansen un poco (Marcos 6:7, 31). Aquí el descanso toma la forma del día de reposo.
El día de reposo fue hecho por causa del hombre,
(Marcos 2:27)
dice el Señor Jesús. Sepamos dar gracias a Dios por el descanso que nos concede.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"