En el capítulo 22:17, David ya había reunido a los jefes del pueblo. Ahora junta con ellos a todos los que tienen un cargo o una responsabilidad en Israel. Sin duda, todos los hombres mencionados en los capítulos 23 a 27 se encuentran allí para escuchar a su señor. Ninguno habrá faltado a esta cita.
El Señor también nos invita a reuniones en las cuales quiere instruirnos. ¿No somos culpables si nos abstenemos de ir por una trivialidad? (Hebreos 10:25).
A todos estos hombres reunidos alrededor de él, les comunica sus más íntimos y preciosos pensamientos; los exhorta a buscar y guardar los mandamientos de Jehová. Les habla de la gloriosa casa que debe ser construida. Y sobre todo, les habla de su hijo, en quien y por quien se cumplirá su propósito. Son los temas en los que el Espíritu nos ocupa en las reuniones de edificación.
David se dirige luego a Salomón. ¡Escuchemos bien estas palabras de un padre a su hijo! También son para nosotros:
Hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario… Si tú le buscares, lo hallarás
(v. 9).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"