Este capítulo reproduce casi textualmente 2 Samuel 7. Pero es conveniente volver a leer esta maravillosa «conversación» entre Dios y un hombre, objeto de su gracia. Por medio de Natán, Dios habla al rey amado; después, este último le contesta (v. 3-15). ¿Conocemos por experiencia esas conversaciones con Dios (y con el Señor Jesús)? Antes que todo, él se comunica con nosotros por medio de su Palabra. Y tenemos plena libertad para contestarle por medio de la oración.
Una vez más de acuerdo con el carácter del libro, algunas palabras fueron omitidas respecto del hijo de David. La expresión:
Si él hiciere mal, yo le castigaré
(2 Samuel 7:14),
no se encuentra en nuestro capítulo, prueba de que aquí la Palabra tiene a la vista uno más grande que Salomón.
“Yo le seré por padre, y él me será por hijo”, declara Jehová (v. 13). La cita de este versículo en Hebreos 1:5 también confirma que este hijo es Jesús, en quien nos fue revelada la gracia. Así, el precioso tema de las conversaciones que tenemos con Dios es Jesús, su amado Hijo. “Nuestra comunión es verdaderamente con el Padre”, dicho de otro modo, podemos tener un mismo pensamiento con él, y este pensamiento concierne a su Hijo Jesucristo (1 Juan 1:3).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"