Los capítulos 18, 19 y 20 se refieren a las guerras de David. Agrupan hechos que en el segundo libro de Samuel se hallan dispersos en diversos momentos de la historia del rey. Ya los consideramos y no hay apreciables diferencias entre los dos textos. Con excepción de una cosa: el total silencio, en el principio del capítulo 20, acerca del terrible pecado de David y sus trágicas consecuencias. Ni el escandaloso asunto de Urías, ni el pecado de Amnón, seguido de su asesinato, ni la conspiración de Absalón, ni el papel criminal de Joab, hallan lugar en el libro de las Crónicas. Así obra la gracia. Dios tiende un misericordioso velo sobre ese sombrío período de la vida de su pobre siervo. “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado”, dirá David mismo en el Salmo 32. ¿Forma usted parte de esos bienaventurados?
David triunfa sucesivamente sobre filisteos, moabitas, sirios, edomitas y, de nuevo, sobre los hijos de Amón (cap. 19-20). Todos los tradicionales enemigos de Israel son subyugados, figura del momento en que Dios sujetará todas las cosas a Cristo y pondrá a sus enemigos por estrado de sus pies (Hebreos 1:13; 2:8).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"