Los trabajos emprendidos por Josías en la casa de Jehová permitieron descubrir el libro de la ley. Este se había perdido, y hasta fue olvidado por los sacerdotes, quienes, no obstante, eran los encargados de cuidarlo (Deuteronomio 31:9, 26). En el transcurso de la historia de la Iglesia, el gran despertar de la Reforma volvió a honrar las Sagradas Escrituras. Después de los siglos de oscuridad de la Edad Media, el libro de Dios fue sacado de la sombra, traducido en lenguas populares, impreso y difundido por todas partes. No olvidemos que este es un motivo de agradecimiento. La lectura de la Biblia abrió, entonces, los ojos de muchos sobre el estado de ruina de la cristiandad. Al mismo tiempo, la luz del Evangelio vino a alumbrar a las almas ignorantes. Porque esta Palabra de vida no solo nos muestra lo que Dios aguarda del hombre –lo que el libro de la ley enseñó a Josías– y cómo este completamente falló (Antiguo Testamento). La Palabra también nos enseña lo que Dios se propuso en Cristo, el nuevo Hombre, y cómo lo cumplió por entero (Nuevo Testamento). Si por una parte la Biblia es un libro que nos coloca ante nuestras responsabilidades, también trae el mensaje de la gracia de Dios para pobres pecadores perdidos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"