Ante el asalto de los ejércitos asirios, Ezequías tiene una extraña manera de conducir la guerra. En lugar de armadura se viste de cilicio. No establece su cuartel general sobre la muralla, sino en la casa de Jehová. Finalmente, en lugar de llamar a lo mejor de sus soldados, ¡se dirige a Isaías, el profeta! Así es; contra la altivez y la soberbia del rey de Asiria, ¿no es la correcta estrategia militar enseñada por el apóstol Pablo? “Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas –escribe él en 2 Corintios 10:4-5– derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios”. Ezequías, cuyo nombre significa “poder de Jehová”, sabe dónde hallar socorro (Salmo 121:2). Y su confianza no es defraudada. “No temas”, le contesta Dios por medio del profeta. Son preciosas palabras que encontramos muy a menudo en la Biblia y, particularmente, en boca del Señor:
No temas, cree solamente
(Marcos 5:26).
Tiene “lengua de sabios para saber hablar palabras al cansado” (Isaías 50:4). El alma temerosa pero confiada del redimido que está todavía en la prueba, recibe mediante estas palabras la fuerza y el aliento necesario para aguardar la liberación.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"