Valientemente Ezequías ha tomado posición por Jehová. Pero su fe todavía no ha sido probada, y es necesario que lo sea. Asimismo cada creyente, tarde o temprano, debe mostrar si sus obras son las de la fe o las de la carne. Ante el temible asalto del rey de Asiria, la fe de Ezequías empieza a tambalear. Cree poder salir del apuro entregando a Senaquerib un enorme tributo. Igual había hecho Joás en tiempos pasados. Pero Dios va a enseñarle (y a nosotros por la misma ocasión) que la liberación y la verdadera paz no se obtienen haciendo concesiones (Proverbios 29:25). El Enemigo siempre engaña y decepciona. Senaquerib, lejos de desarmar, envía grandes fuerzas contra Ezequías y los habitantes de Jerusalén. Al mismo tiempo delega tres peligrosos personajes, cada uno con su especialidad: el Tartán, su general, para vencerlos, el Rabsaris, jefe de sus servidores, para sojuzgarlos, y el Rabsaces, su copero mayor, para seducirlos, si fuese posible, con melosas palabras. Desconfiemos de ciertas personas que Satanás a veces nos envía con una misión semejante. Su lenguaje las traicionará.
El Rabsaces comienza con una arenga en la cual se burla abiertamente de la confianza del pueblo en Jehová.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"