El copero mayor prosigue su discurso usando alternativamente amenazas, burlas y mentiras. Había pretendido falsamente haber recibido orden de Jehová para subir contra Judá y destruirlo (v. 25). Ahora va a ensayar la seducción. Recurriendo al lenguaje del pueblo (como Satanás sabe hablar el nuestro), hace brillar las riquezas de Asiria, adonde se propone llevarlo: trigo, pan, viñas, etc. En resumen, afirma él, es “una tierra como la vuestra”. En efecto, si comparamos estos recursos de Asiria con los de Canaán (Deuteronomio 8:7-8), aparentemente hay pocas diferencias. Sin embargo, ¡hay una grande y esencial diferencia!: el país del enemigo no es como el de Jehová, una “tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes”. ¿Una tierra como vuestra tierra? ¡Por cierto que no! Jesús no da como el mundo da (Juan 14:27). Al no lograr que el creyente acepte sus engañosos recursos, el enemigo procurará apartarlo de su supremo Recurso: el Dios fuerte (véase v. 33-35). ¿Qué respuesta tiene que dar el creyente? Sencillamente callar (v. 36). No se discute con el diablo, se huye de él.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"